viernes, 9 de mayo de 2025

Semana 05 (05-11/05) | Evaluación: tipos

Esta semana en el centro educativo donde estoy realizando mis prácticas he observado los distintos tipos de evaluación que se desarrollan a lo largo del proceso educativo: la evaluación inicial o diagnóstica, la evaluación continua o formativa, y la evaluación final o sumativa. Esta experiencia me ha permitido ver  de primera mano cómo se aplican estos tres enfoques de evaluación en el aula, siempre desde una perspectiva inclusiva, formativa y coherente con la normativa vigente y el plan de centro.

En primer lugar, la evaluación inicial o diagnóstica se realiza al comienzo de un periodo para conocer el punto de partida del alumnado. Esta evaluación no tiene carácter calificativo, sino que su objetivo principal es recoger información útil para adaptar la enseñanza a las características, conocimientos previos, intereses y necesidades de cada estudiante. Durante mis observaciones en el aula, he podido ver cómo el profesorado utiliza dinámicas grupales, preguntas abiertas, fichas diagnósticas y otras actividades introductorias para identificar el nivel del grupo y posibles dificultades. Esto permite tomar decisiones  más ajustadas desde el principio, contribuyendo a que ningún alumno quede atrás desde las primeras sesiones.

Por otro lado, la evaluación continua o formativa es la más presente en el día a día del aula. Según el plan de centro y la normativa LOMLOE, esta evaluación debe centrarse en el proceso de aprendizaje, proporcionando retroalimentación constante que ayude al alumnado a mejorar. He podido observar cómo se valoran no solo los contenidos aprendidos, sino también el desarrollo de competencias clave como la comunicación, el pensamiento crítico, la autonomía, la empatía o la cooperación. Para ello, se utilizan diversos instrumentos como rúbricas, listas de cotejo, diarios de aprendizaje, autoevaluaciones, coevaluaciones, observaciones directas y producciones orales o escritas. Este enfoque favorece una enseñanza personalizada y flexible, donde el alumnado tiene un papel activo, reflexiona sobre sus avances y se siente acompañado a lo largo del proceso. En algunas clases, por ejemplo, se invitaba a los estudiantes a evaluar su propia participación y la de sus compañeros tras una actividad grupal, fomentando así la autorregulación y la conciencia del propio aprendizaje.

Finalmente, la evaluación final o sumativa se realiza al concluir una unidad, trimestre o curso, y tiene como finalidad valorar el grado de consecución de los objetivos propuestos. Aunque tiene un componente más certificador, en el centro se intenta que esta evaluación también refleje el recorrido del alumnado y no se base únicamente en un examen puntual. Se utilizan instrumentos variados como pruebas escritas, presentaciones de proyectos, exposiciones orales, trabajos individuales o en grupo, y análisis de producciones. En este tipo de evaluación, se tienen en cuenta tanto los contenidos como las actitudes, el esfuerzo, la capacidad de superar errores, la organización del trabajo, la claridad en la expresión y la capacidad para defender ideas propias. Todo ello se valora siguiendo unos criterios bien definidos que incluyen aspectos como la participación activa, la cooperación, el respeto hacia los demás, la empatía o la capacidad para asumir responsabilidades.

Dentro de este marco general, he tenido la oportunidad de centrarme en el ámbito específico de Audición y Lenguaje, junto a la maestra especialista con la que realizo mis prácticas. En este caso, el proceso de evaluación también se estructura en tres momentos clave. En la evaluación inicial se realiza una valoración detallada de las capacidades comunicativo-lingüísticas del alumnado, tanto en la vertiente expresiva como comprensiva. Para ello se aplican pruebas específicas en distintos niveles del lenguaje: fonético-fonológico (como el Registro Fonológico Inducido o el PEFF-R), funciones auditivas (como las pruebas DAS o DAP), léxico-semántico (como el Peabody o la Batería BLOC), morfosintáctico (con instrumentos como el CELF-5 o el TSA), pragmático (a través de la observación de interacciones), y habilidades relacionadas con la lectoescritura y la conciencia fonológica (PROLEC-R, PROESC, ECOFON, TECO, entre otras). Esta primera evaluación es esencial para planificar una intervención ajustada a las necesidades individuales de cada alumno o alumna.

Durante el proceso, se lleva a cabo una evaluación continua mediante el seguimiento sistemático del trabajo en sesiones, registrando los avances mediante un diario de AL y utilizando rúbricas generadas desde el sistema Séneca. Estas permiten valorar el grado de consecución de los objetivos planteados en los Programas Específicos, utilizando indicadores clasificados como No Iniciado, En Proceso o Conseguido, acompañados de observaciones cualitativas. Además, tanto la maestra como el propio alumnado participan en un proceso de autoevaluación. La docente lo hace mediante una rúbrica de logros y necesidades detectadas, mientras que el alumnado utiliza listas de cotejo y dianas de autoevaluación para reflexionar sobre su propio aprendizaje.

Un aspecto que me ha parecido especialmente valioso es el compromiso del centro con una evaluación inclusiva, que respeta la diversidad del alumnado y adapta los instrumentos y criterios a las diferentes capacidades y estilos de aprendizaje. De este modo, se garantiza la equidad y se promueve una educación más justa. También se fomenta la diversidad de instrumentos de evaluación, permitiendo al alumnado demostrar lo aprendido de múltiples formas, lo cual me parece fundamental para atender a todas las individualidades del aula.

En definitiva, esta semana me ha permitido comprender que evaluar no es simplemente poner una nota, sino acompañar al alumnado en su proceso de aprendizaje, ofrecerles oportunidades para mejorar, y reconocer sus logros desde una mirada integral. La evaluación debe ser una herramienta al servicio del aprendizaje y no un fin en sí misma. Estoy convencida de que aplicar este enfoque en mi futura práctica docente contribuirá a crear experiencias educativas más significativas y equitativas.

2 comentarios:

  1. ¡Buenas noches Laura! ¿Qué tal estás? Me ha encantado tu entrada sobre los tipos de evaluación. Me ha parecido que te has explicado estupendamente y has aportado información muy rigurosa y bien cotejada (estudios, estándares de evaluación, etc). ¡Enhorabuena!

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  2. ¡Buenas tardes Laura! Me ha llamado la atención transformación del concepto de evaluación que expones en tu reflexión. Esta deja de ser una herramienta calificativa para convertirse en un proceso dinámico y ético. El enfoque que expones integra diagnóstico, seguimiento y cierre, atendiendo a las múltiples dimensiones del aprendizaje.

    Es relevante el enfoque adoptado por tu tutora de Audición y Lenguaje, donde la evaluación se convierte en una herramienta de diagnóstico preciso y personalizado que informa y guía la intervención. Esta mirada especializada refleja cómo la evaluación puede y debe adaptarse para respetar los ritmos y necesidades individuales. ¡Feliz semana y un saludo!

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